Plantas que “sangran” o parecen tener vida propia – curiosidades botánicas sorprendentes.

Cuando alguien dice que un animal “revivió”, suena a magia. En realidad, muchos organismos han desarrollado estrategias extremas para detener su metabolismo casi por completo y volver a la vida cuando las condiciones mejoran. A este fenómeno se le llama criptobiosis (literalmente: vida oculta) y abarca procesos como la anhidrobiosis y la criobiosis. Aquí te explicamos quiénes son los protagonistas y cómo logran lo que parece una resurrección.
Ni son resurrecciones sobrenaturales ni vuelven de la muerte en el sentido humano. En criptobiosis el animal entra en un estado de metabolismo prácticamente indetectable. Cuando hay agua, temperatura y alimento, rehidratan sus cuerpos y reanudan la actividad normal.
Los tardígrados son quizá los más conocidos. Miden menos de 1 mm y viven en musgos y suelos. Cuando se resecan, forman una «tun» y reducen su metabolismo a niveles indetectables. En ese estado pueden resistir desecación, radiación, vacío espacial y temperaturas extremas.
Organismos como las pulgas de agua y los quistes de Artemia pueden permanecer secos por largos periodos. Los huevos protegidos sobreviven sin agua durante años; al inundarse, eclosionan.
Los rotíferos pueden secarse y luego rehidratarse con normalidad, recuperando su movilidad y funciones fisiológicas.
Varios nematodos toleran la desecación: se encogen y detienen su metabolismo hasta que vuelve la humedad.
La larva del mosquito africano Polypedilum vanderplanki puede deshidratarse casi por completo y luego recuperar la vida, gracias a proteínas y azúcares protectores.
Algunos animales no “reviven” mágicamente: entran en criptobiosis, un modo de supervivencia extrema. Tardígrados, rotíferos, nematodos y larvas nos muestran la increíble resiliencia de la vida.
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