12 Palabras Intraducibles Que Necesitamos Desesperadamente en Español

En el extremo norte del planeta, donde el hielo manda y el sol desaparece durante meses, existe un lugar tan inhóspito como fascinante: el archipiélago de Svalbard, una remota región de Noruega situada en el Océano Ártico. Pero lo más curioso de este lugar no es su aislamiento, ni sus temperaturas extremas, ni siquiera los osos polares que superan en número a los habitantes. No. Lo que más llama la atención es esta ley no escrita pero estrictamente aplicada:
¿Prohibido morir? Sí, leíste bien
Aunque suene como una broma macabra o el título de una novela de ciencia ficción, esta norma tiene una razón lógica (aunque algo escalofriante): los cuerpos no se descomponen en el suelo congelado de la isla.
Debido al permafrost, una capa de suelo que permanece congelada durante todo el año, los cadáveres enterrados en Svalbard no se deterioran como en otros lugares. De hecho, en 1918, cuando la gripe española azotó el mundo, varias víctimas fueron enterradas allí. Décadas después, los cuerpos aún estaban intactos, con el virus potencialmente activo. Esto despertó una alerta sanitaria: el frío extremo había actuado como una especie de cápsula del tiempo biológica.
Desde entonces, se prohibió enterrar a los muertos en la isla, por temor a posibles contagios y a los riesgos sanitarios que representa conservar cuerpos sin descomposición natural.
Entonces… ¿qué pasa si alguien muere?
Aunque parezca increíble, la política de Svalbard no impide que ocurran muertes, pero sí obliga a trasladar el cuerpo al continente noruego. Cuando una persona gravemente enferma se encuentra en Svalbard, las autoridades recomiendan evacuarla antes de que fallezca.
Y si la muerte ocurre allí de forma inesperada, el cadáver es repatriado a la Noruega continental para su entierro o cremación. En otras palabras, no se puede hacer vida eterna en Svalbard… ni la muerte tampoco.
¿Y quién vive allí?
A pesar de su dureza climática y sus reglas curiosas, en Svalbard viven alrededor de 2,500 personas, muchas de ellas en la capital, Longyearbyen. Es una comunidad única, formada por científicos, exploradores, trabajadores del turismo y personas que buscan un estilo de vida diferente.
Curiosamente, Svalbard también tiene otras leyes peculiares:
Un lugar entre lo surreal y lo real
Svalbard es uno de esos rincones del mundo que parecen sacados de otro planeta: luces del norte bailando en el cielo, paisajes congelados hasta el horizonte… y una ley que desafía la naturaleza misma: prohibido morir.
Es un recordatorio extraño pero fascinante de cómo el entorno puede moldear nuestras reglas, costumbres y decisiones. En un mundo donde damos por sentados los ciclos de la vida, Svalbard nos recuerda que, incluso la muerte, puede encontrar límites.
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