🧠 5 teorías locas que resultaron ser verdad (científicamente hablando)

Los primeros indicios aparecieron en 2022, cuando durante una semana Rory Kennedy notó un cambio alarmante: sus heces tenían un color oscuro, casi negro. Acudió a una clínica de atención inmediata, donde le sugirieron que podía tratarse de una bacteria o una úlcera. Le recetaron medicamentos y lo enviaron de regreso a casa.
Sin embargo, poco tiempo después, Rory, de 36 años, recibió un diagnóstico inesperado: cáncer de colon en estadio 3C. Aquel momento fue desconcertante. Siempre había llevado un estilo de vida saludable: no consumía alcohol, no fumaba, hacía ejercicio con frecuencia y no tenía antecedentes familiares de cáncer.
“No tengo ni una sola marca de cáncer de colon”, declaró al New York Post. “No hay una causa raíz. Me dijeron que simplemente algo mutó en mi cuerpo”.
Los exámenes médicos revelaron una masa en el colon. Fue entonces cuando comprendió que no se trataba de un problema pasajero. “Me sorprendí. Pensé que sería solo un pólipo sangrante o alguna lesión menor”, relató.
La intervención quirúrgica fue compleja: se extirparon 25 centímetros del colon, una parte del intestino delgado, el apéndice y 45 ganglios linfáticos, de los cuales ocho contenían células cancerígenas. Así se confirmó el diagnóstico: cáncer de colon en etapa 3C.
“Supongo que cada letra representa un grado mayor de gravedad. El 3A no es tan severo como el 3B, y este, a su vez, es menos grave que el 3C. Yo estoy justo al borde de la etapa 4”, explicó.
Recibir la noticia fue emocionalmente devastador. “Desde que me lo dijeron hasta un mes después, estaba en un estado de ánimo terrible”, confesó. “Tengo esposa y un hijo que acababa de cumplir un año el día que me operaron”.
Síntomas, tratamiento y lucha emocional
Poco después, inició el tratamiento con quimioterapia. Como efectos secundarios, experimentó náuseas, insomnio, defensas bajas y una inflamación bucal intensa conocida como “boca de quimio”.
“¿Alguna vez te has quemado la boca con una pizza? Imagina esa sensación en toda la boca, encías y garganta”, describió.
No obstante, Rory afirma que el impacto emocional fue aún más difícil que los síntomas físicos. “La parte mental es sin duda la más dura, porque lo físico eventualmente se cura. Te asaltan todo tipo de pensamientos: ¿Veré a mi hijo ir a la guardería? ¿Debo hacer mi testamento?”.
Encontró consuelo en su fe, su familia y comunidades en redes sociales. “Soy cristiano, y esta experiencia ha fortalecido mi fe”, dijo. “He aprendido a estar más presente, porque no sé cuántos buenos momentos me quedan”.
Actualmente, se encuentra cerca de finalizar su tratamiento. Si los exámenes muestran resultados positivos, podrá entrar en remisión. Aun así, los médicos estiman un riesgo de recurrencia del 40% al 50%. Si pasan cinco años sin señales de cáncer, podrá considerarse libre de la enfermedad, aunque con un riesgo residual del 10%.
Rory lamenta no haber recibido una evaluación más profunda desde el inicio. “A veces me pregunto: cuando noté las heces negras, ¿por qué no me enviaron con un gastroenterólogo?”, reflexionó.
Hoy, comparte su experiencia con la esperanza de generar conciencia sobre la importancia de los chequeos preventivos. “No recomiendo el cáncer en absoluto. No tiene nada de divertido. Preferiría hacerme 30 colonoscopias seguidas antes que pasar por la maldita quimio”, concluyó.
Síntomas comunes y métodos de detección del cáncer de colon
Según la Mayo Clinic, los síntomas más frecuentes incluyen:
El diagnóstico suele realizarse mediante una colonoscopia, que permite observar el interior del colon y extraer muestras de tejido. También se pueden emplear análisis de heces, pruebas genéticas, exámenes físicos, análisis de sangre y estudios por imágenes como tomografías o resonancias, para determinar el avance de la enfermedad.
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